6 de julio,
domingo
La fuerza de
la naturaleza. Estrómboli
Excursión a
Panarea y Estrómboli (Islas Eolias)
Pernocta: Milazzo. Aparcamiento
Marconi. N38.2015; E15.243. 20€
He dormido con tapones en los oídos. A las 3 estaban
de juerga, pero es que a las 7 ya estaban hablando a gritos, como si
fueran…italianos. Me hago la misma pregunta que mi profesor de inglés
(irlandés): ¿Cuándo duerme esta gente?.
Nos preparamos para un día completo de excursión.
Decidimos llevamos comida y si encontramos buen apaño, prescindiremos de ella,
pero siempre es un recurso de emergencia que puede ahorrar unos euros.
A las 10,15h les pedimos que nos trasladen al puerto. Nos recoge la
naveta....¿naveta?. Me explicaré: se trata de una furgoneta, grafiteada por
fuera, y que por dentro tiene unos tablones a lo largo para sentarse, con una
barra en medio vertical para agarrarse....y ya está....Ah! y el sistema de aire
acondicionado práctico y barato: no tiene puerta, así que cuidadín
en alguna curva no vaya a llegar al puerto con la carga “aligerada”.En fin, el
trayecto es muy breve, quizás 700
m lo que nos separa del puerto así que la situación nos
produce hilaridad.
Una vez en nuestro destino, pagamos los billetes y
damos un paseo por la ciudad, aburrida un domingo por la mañana, hasta que nos
llega la hora de embarque a las 11,30.
Nos espera un bonito barco y subimos arriba del
todo. Nos damos protectores solares y nos disponemos a esperar a que el resto
de los turistas, que ahora bajan en grupos de sus autocares, suban a bordo. Todos
tomamos posiciones. Junto a nosotros se sienta una chica y Angel se pega a mi,
así es que le digo que no se acerque tanto porque me da calor,
que lo haga a la morena que tiene a su derecha. Entonces ella responde que
también le da calor. Yo comienzo a reirme y digo que alguna vez tenía que
ocurrir que nos entendieran.
Paseamos perdidos por sus calles y atrapados por una
atmósfera especial que parece que nos saca de
la realidad. Incluso el medio de
transporte habitual en esta isla parece también algo irreal, ya que se hace en
cochecitos de golf que escalan pendientes pronunciadas cargados de turistas con
sus maletas en un ir y venir casi incesante.
Son eléctricos aunque también hay motos de varios tipos. Y es que las
calles son muy estrechas y las pendientes muy inclinadas. La población es
preciosa, muy mediterránea, con casas de un blanco deslumbrante en fuerte
contraste con los vivos colores azules, amarillos o rojos que rodean las
ventanas y puertas. El marco es también incomparable, y todo con el Estrómboli
al fondo que no deja de expulsar fumarolas. Nos sentimos embriagados y en
silencio y pese al calor, paseamos por estas calles cuyas blancas paredes se estrechan hasta parecer
que nos abrazan. Y comprobamos que los restaurantes son caros, una media de 30
euros por persona. Eso sí, muy bonitos y encantadores.
Encontramos un pequeño huertecillo con dos árboles que
cobijan bajo su sombra a pequeños grupos de gente que devoran sus comidas y nos
unimos a ellos. Después, continuamos un poco más para terminar en el puerto unos veinte minutos antes de la
hora de recogida. Y me rindo de nuevo a sus helados a la vez que me siento culpable por ello. Debajo de una sombra junto
a otros turistas, esperamos la llegada de nuestro barco que lo hace de los
últimos.
Panarea nos ha gustado. Estupenda para un fin de
semana romántico, pero a ser posible que no coincida con la llegada masiva de
los barcos que sueltan grupos y grupos de turistas que invaden sus callejuelas.
Por lo demás, parece que solo tiene una única playa y el único atractivo parece
consistir en encontrarse en el camino hacia Estrómboli.
Ya en el barco, esta vez abajo junto al guía, le
pregunto si puede hablarnos en
castellano. El hombre se disculpa por no saber que había hispano-hablantes a
bordo (Belén es ecuatoriana). Pero resulta que este guía lo era de una
excursión de autocares y no del barco. Públicamente se disculpa por su
ignorancia y a partir de entonces nos da las explicaciones en el quinto idioma
que maneja ya que hasta ahora lo hacia en italiano, francés, inglés y alemán .
¡Que envidia!.
Rodeamos pequeños islotes, como Basiluso y el Estrombolito, para poner proa a Estomboli. El barco se acercó a la "sciara di fuoco" o río de fuego, uno de los lados del cono del volcán por donde veíamos descender rodando algún material que otro dejando tras de sí una estela de humo.
Alrededor de las 16,30 desembarcamos en Estrómboli e inmediatamente nos ponemos a buscar “el observatorio”, sitio desde el que había leído que se veía el río de fuego, pero después de preguntar a varios transeúntes que reconocieron su más absoluta ignorancia, dimos con una sudamericana casada con un estromboleño que nos dio la información que pedíamos: que se tardaba una hora y media en subir y otro tanto en volver. No teníamos tiempo suficiente. Se me ocurrió contratar uno de esos taxis eléctricos pero para nuestra decepción, no llegaban allí, así que resignados y pensando que en Panarea sobraba el tiempo que aquí faltaba, decidimos aprovechar y pasear por la isla.
Ésta es más auténtica, aunque no tan limpia,
elegante y bonita como Panarea, pero se respira otro aire bien distinto, más
natural, y apara mi, mas encantador. Así que nos perdimos por sus calles, algo
decadentes, pero encantadoras. Subimos hasta la iglesia de San Esteban, cuyo interior es elegante y austero y desde donde se contemplan unas hermosas vistas y descendimos
un poco mas hasta dar con la casa donde Ingrid Berman y Roselini vivieron su
romance durante el rodaje de la película Estromboli. El exterior estaba cuidado
y restaurado, contrastando con el resto de las casas de la isla.
Nos perdimos por algunas de sus callejuelas para
recuperar después la vía principal flanqueada por comercios para turistas para
luego terminar en la playa de negras arenas donde esperamos la llegada de
nuestro transporte.
Y dejamos pasar el tiempo sentados contemplando las
fumarolas que el Estrómboli no dejaba de exhalar hasta que llego la hora
de embarque, las 19,40. Y puntual llego nuestro barco. Directamente entramos en
el comedor donde ya muchos turistas habían ocupado sus asientos para degustar la cena. Encontramos a Belén que
ocupaba una solitaria mesa para seis junto a una ventana y nos sentamos junto a
ella. Después se unieron a nosotros tres personas más, todas silenciosas
mientras que nosotros no dejamos de parlotear.
Degustamos unos deliciosos macarrones, regados con
vino blanco peleón o agua. Nuestros compañeros de mesa persistían en su
silencio, así que rompí el hielo preguntándoles sus procedencias: un belga, una algo triste
Ucraniana que parecía vivir en Messina y una hermosa finlandesa, y lo digo por su tamaño. Curioso y plural
grupo. Tanto el belga como la finlandesa
repitieron otro plato de macarrones, cuando a mi, de buen comer, me costó
trabajo acabar con el mío propio.
Y cayendo ya la noche y terminando de cenar llegamos
al río de fuego donde nos dijeron que con paciencia podríamos contemplar el
volcán que en los dos últimos días había estado bastante activo. Así que en la
cubierta superior todos ocupamos puestos
con nuestra mirada fija en el cono del volcán.
Y de pronto sorprendidos, vimos como escupió fuego
como si fueran fuegos artificiales, de un color rojo intenso mezclado con
amarillo. Segundos después un estruendo llego a nuestros oídos. Todos nos
quedamos fascinados por la magnitud del espectáculo que contemplábamos y una
exclamación llenó la cubierta del barco al completo
Y durante los 30 o 40 minutos que estuvimos parados o en lento movimiento, pudimos disfrutar de dos o tres explosiones más, éstas ya silenciosas, pero una de ellas acompañada de magma y una bomba volcánica que descendía rodando por la ladera desprendiendo trozos de fuego. Impresionante y absolutamente sobrecogedor. Nos dijeron que rítmicamente y cada 20 minutos se producía una explosión pero que esa noche no había respetado este tiempo, siendo menor.
Alrededor de las 21,30 y aun fascinados por la
demostración de fuerza y de belleza del volcán, emprendimos el regreso al
puerto. Ahora ya nos protegidos en el interior del barco del fresco de la
noche y a nosotros se unió Belén. Aunque Angel no quiso subir a cubierta, yo si lo hice disfrutando del contraste entre la luz interior, los colores, el murmullo de la gente, con la oscuridad de la noche y el silencio que lo envolvía ya todo. Algunos pasajeros también lo hacían, sentados o tumbados en los bancos de la cubierta. Bajé a contarlo pero únicamente Belén decidió acompañarme. Yo pensaba disfrutar también de un cielo estrellado, pero una gran luna creciente lo iluminaba así que nos conformamos con acercarnos a la proa arropadas por esta semi-oscuridad. Allí, únicamente las coloridas luces de la cabina de mando rompían esta negrura.. El viento, fuerte en la proa, nos sacudía, por lo que regresamos a la parte posterior donde entramos en el puerto en agradable charla.
noche y a nosotros se unió Belén. Aunque Angel no quiso subir a cubierta, yo si lo hice disfrutando del contraste entre la luz interior, los colores, el murmullo de la gente, con la oscuridad de la noche y el silencio que lo envolvía ya todo. Algunos pasajeros también lo hacían, sentados o tumbados en los bancos de la cubierta. Bajé a contarlo pero únicamente Belén decidió acompañarme. Yo pensaba disfrutar también de un cielo estrellado, pero una gran luna creciente lo iluminaba así que nos conformamos con acercarnos a la proa arropadas por esta semi-oscuridad. Allí, únicamente las coloridas luces de la cabina de mando rompían esta negrura.. El viento, fuerte en la proa, nos sacudía, por lo que regresamos a la parte posterior donde entramos en el puerto en agradable charla.
Y llegó el momento de la despedida. Nuestra amiga
Belén tenía que regresar en su autocar a Cefalú desde donde a la mañana
siguiente temprano debería partir hacia Palermo. Aceptamos su invitación
de visitarla en la ciudad, en el Instituto Cervantes, en el mercado de la Vucciria.
Nosotros, siguiendo las instrucciones que nos habían
dado, pedimos a alguien de la tripulación que llamara por teléfono a nuestra
“naveta particular” para que viniera a recogernos. Lo hizo un conductor y en
tan solo cinco minutos llegaron. Un poco más de las 22 horas estábamos de
regreso en el area, donde dos autocaravanas más, italianas, nos harían compañía
esta noche.
Hablamos del precio con una de las personas del
aparcamiento. Al día siguiente cobrarían media tarifa ya que no cumplíamos las
48 horas. Y esta era ya la tercera o cuarta persona que nos atendía en el
aparcamiento en poco más de 24 horas, en
lo que parecía un negocio muy familiar donde “corrían los turnos”.
Y el sueño nos atrapó entre el color azul y blanco
de Panarea y el fuego del volcán, en una noche que fue más bien fresca.
7 de julio,
lunes
Comienza
nuestro viaje. Hacia Palermo por Cefalú.
Recorrido:
Milazzo-Cefalú (Catedral, callejuelas e inglesia de -Monreale-Palermo
Pernocta: Area
autocaravanas de Palermo: 38º06’36,63”N; 13º20’35.09”E. 20€
Aparcamiento
de Cefalú: 14.012N; 38.03609E.
Aparcamiento
en Monreale: 38º04´46.88”N; 13º17´31.03”E??
Nos levantamos temprano e intentamos
cargar/descargar agua, pero el punto estaba ocupado lavando el coche. Allí se
hacía de todo. Tuvimos que esperar algo. Y de nuevo sorpresa con el navegador.
No coge la señal de GPS de ninguna manera, ni el tomtom ni el Sygic. Tardamos
aproximadamente una hora en partir y aun no la había encontrado, mientras que
el teléfono móvil lo había hecho en poco tiempo. Yo comencé a perder la
esperanza de que funcionara, aunque Angel era más optimista que yo. Así que
salimos con el chiquitín, el Airis de mi amigo Jesús, que nunca falla, pero a los
pocos kilómetros de la salida la tablet encontró la señal. Y pusimos rumbo a
nuestro primer destino: Cefalú.
La autopista, una vez más, discurre colgada de la
falda de la ladera y de nuevo, los túneles y los viaductos se suceden y las
enormes adelfas en flor pueblan la mediana, al igual que desde Messina a
Milazzo..
Dejamos atrás la autopista siguiendo las
indicaciones del navegador hacia un aparcamiento que yo había encontrado a
través del google earth, pero la calle parece atascada y en un momento
determinado prohíben la circulación a autocaravanas y otros vehículos grandes.
Nos salimos de la población y regresamos en un nuevo
intento. Esta vez las indicaciones del navegador coincidieron con las señales y
nos llevaron a la playa, al aparcamiento, uno enorme en primera línea de playa,
pero un auténtico secarral y el sol calentaba hoy sin piedad. Nos piden 20
euros, y aunque le decimos que solo vamos a visitar la ciudad, no cede
manteniendo el precio, así que ponemos la marcha atrás. Por bonita que sea la ciudad,
esto era un abuso. Entonces nos preguntó por el tiempo que íbaamos a necesitar,
respondemos que unas horas y nos dá hasta las 15h por 10 euros. Eso son 3
horas. Así que aceptamos. 14.012N;
38.03609E
Una vez aparcados decido tranquilizarme (o no) llamando
a la Ford de Alcorcón (Almoauto). Y es que durante la conducción me habían
caído unas gotas de agua fría sobre el
pie derecho y al aparcar habia observado una ligera perdida de agua en el suelo
y también en el lado del coopiloto. Aunque pensé que podría ser del aire
acondicionado, no me gustaba. Rápidamente nos atendieron. Desde estas líneas mi
agradecimiento por su rápida atención, en especial a Jose Carlos, el Jefe
de taller por su paciencia y siempre amabilidad. Nos dijo que era del aire
acondicionado, que se habría obstruido algún conducto y que no tenía la mayor
importancia. Será una estupidez, pero esas palabras hicieron que nos
olvidáramos ya por completo del tema. Y lo curioso es que ya no se volvió a
producir fuga alguna.
Aislamos bien la autocaravana y a paso muy ligero nos dirigimos a hacer una breve visita a la ciudad; eran las 11,45h y a las 12 cerraban la catedral. Calle arriba hasta dar con ella y con un calor considerable, a pesar de que la sombra de sus callejuelas nos protegía.
Del interior de esta catedral normanda destaca sobre todo su
dorado ábside que reune uno de los complejos de mosaicos bizantinos más
espectaculares de Sicilia,
con el Pantocrator
característico del arte bizantino, con las mechas sobre la frente, el cabello
rubio normando, las cejas y barbas oscuras árabes, y la nariz fina y recta al
estilo griego. También una hermosa pila
bautismal. Pero quizás es mucho mas bonito por peculiar, el exterior donde dos torres gemelas cuadradadas que
confieren a esta catedral un
aire de fortaleza. enmarcan tres arcos, dos de ellos apuntados y que destacan
en una hermosa plaza cuadrada que deja detrás una impresionante mole de piedra,
la roca,
con forma de cabeza (Cephaloedium), que da nombre a
la ciudad.
De aquí nos dirigimos al claustro muy
hermoso. Se trata de un cuadrado que
tiene arcos ojivales apoyados en pequeñas columnas y con unos curiosos capiteles
con distintos motivos.
Encontramos la iglesia del Purgatorio sencilla y curiosa en un pequeño rincón así como unos lavaderos medievales muy bien conservados y usados hasta hace poco cuyas pilas están excavadas en la roca. Sobrios pero elegantes y muy bien hechos, se encuentran en el centro de la ciudad en un rincón acogedor y fresco. Un lugar de trabajo pero también de agradable encuentro de mujeres.
Nos asomamos a su mar, de un azul intenso, y a su
playa, llena de gente y cerca de las 14 horas regresamos a la autocaravana.
Estaba bien aislada y pese a los 37º C del exterior, una vez puesto el
enfriador nos encontramos bien, así que decidimos comer para después de
descansar 15 minutos poner rumbo a
Monreale a 10 km de Palermo.
No era lo que estaba previsto pero al ser tan pronto, pensamos que en vez de dirigirnos directamente a Palermo, podríamos pasar por esta localidad muy cercana a la capital.
No era lo que estaba previsto pero al ser tan pronto, pensamos que en vez de dirigirnos directamente a Palermo, podríamos pasar por esta localidad muy cercana a la capital.
Pero llegar se convirtió en toda una aventura. Primero
nos perdimos por la periférica de Palermo; y es que su alta densidad de tráfico
y la rapidez con que se movían nos desconcertó. No solo había que mirar las indicaciones
del navegador, sino los coches, camiones, y las motos, que se colaban por
cualquier rincón, que aparecían por derecha, izquierda....sin aparentemente
respetar nada. Pero después de dos vueltas lo conseguimos y pusimos rumbo a Monreale.
Siguiendo las
indicaciones del navegador llegamos a una dirección prohibida por lo que
intuitivamente seguimos hacia arriba.
Pero la carretera estaba con muy mal firme y era muy estrecha teniendo que apartarnos varias veces. Y
llegó el momento peor: un gran desnivel
escalando casi en línea recta la pendiente hasta que nos vimos frente a un
stop. Alli parados, cuando por fin pudimos salir, primero se nos calo, luego
patino,... en fin, pasamos un rato realmente malo aunque lo conseguimos no sin
antes haber pensado en desistir de nuestra visita. Pero al final llegamos,
aunque preguntando. Nos dijeron que no
podíamos llegar en autocaravana y nos indicaron un aparcamiento (38º04´46.88”N;
13º17´31.03”E) que no tuvimos muchos problemas en encontrar, sobre todo, después
de lo pasado.
Y de nuevo, a 15 minutos de cerrar el
monasterio. Escaleras arriba, calle
hacia arriba, calor...y llegamos. Pero lo que parecía la puerta principal
estaba cerrada. Ni corta, ni perezosa, llame la atención de un caballero muy
bien vestido quien me indicó, a mi, y a otra pareja que pretendía entrar, por
donde hacerlo
Una vez allí, el vestido no era adecuado (era ya la
segunda vez que me pasaba). Según una joven muy puritana, descubría mi espalda
demasiado así que me vendió por 1 euro una ridícula bata blanca que me
daba calor y que yo me abroche como una capa. Dentro se
celebraba una boda por lo que mi
vestimenta con la bata abrochada al estilo superman con las mangas colgando a
los lados no resultaba adecuada al evento, aunque no era la única que iba así.
Sus paredes estaban complemente decoradas con un
espléndido manto de mosaicos hasta cubrir 6.340 m , el más completo
ciclo de tradición bizantina. Del siglo XII fue realizada por arquitectos
musulmanes y su iconografía es típicamente griega.
Quizás pueda decir que es la más bella en este
estilo que hayamos visto hasta ahora. Toda es una joya y el techo, en
artesonado de madera, una autentica obra de arte. Una maravilla que nos atrapa y seduce y que nos resistimos a dejar.
Y de nuevo, otra sorpresa. Nada mas salir a él, la luz y el color nos reciben. Nos encontramos
en un espacio cuadrado con 47 x 47
capiteles con motivos vegetales, animales y fantásticos, obras maestras de
artistas que procedían de distintos sitios y que sostienen elegantes arcos
ojivales, donde los fustes están adornados con mosaicos con incrustaciones
doradas y multicolores en una disposición rítmica continua y armoniosa. Nunca
hasta ahora había visto nada igual. Un derroche de color y de belleza que se ve
aumentada por la luz del atardecer que parece quedarse atrapada en sus columnas. Y los capiteles también hermosísimos.
En una de sus esquinas encontramos una refinada
fuente formada por un fuste esculpido en forma de palmera del que sale el agua.
Toda una joya de gran interés artístico y a pocos kilómetros
de la ciudad de Palermo. Indispensable su visita. Imperdonable no hacerla.
De regreso ya
y aun sorprendidos por la belleza del lugar, disfrutamos de la
tranquilidad y el sabor de sus calles y Angel además, de un zumo de naranja que
confesó que le supo a gloria.
Ahora directos a la capital a la que llegamos en muy
poco tiempo. El navegador nos indica una calle recta y una desviación a nuestra
izquierda que en pocos metros nos dejaría en el aparcamiento para
autocaravanas, el Green car, en la Vía Quarto dei mille, 11 b. (38.109N; 13.3424E).
Pero aunque parece facil, esta avenida principal estaba atascada. Una inmensa
fila de turismos en un sentido y otro transitan con dificultad y las motos se
cuelan por todos los pequeños recovecos
que encontraban. Nos topamos con ellas de frente, se meten por nuestra
derecha, por la izquierda...en un
momento, cuando estoy llamando la
atención a uno porque se quiere colar
por mi izquierda y va derecho contra el espejo retrovisor, que al sobresalir de
la carrocería creo que no ha visto, veo
como por la derecha se cuela otro que casi me llevo por
delante. Los coches en doble fila
entorpecen la circulación y la policía transita
como si con ellos no fuera la cosa. De hecho, Angel consigue hacer una
foto que podría ilustrar en parte esta cierta anarquía que parece presidir las
calles de Palermo: un coche de los carabineros y detrás una moto con su
conductor y agarrada a el, una niña sin casco que jugando abre y cierra sus
piernas a los lados. De locos. Con paciencia, temple y muchos ojos, conseguimos
dejar esta vía llamada de Corso
Calatafimi y en pocos metros aparece ya la señal del aparcamiento.
Se trata de un cuadrado asfaltado, rodeado de
viviendas y cerrado por una verja. Nos recibe un señor que está a su entrada
sentado en una pequeña mesa en alegre charla con otras personas. Nos da un
plano fotocopiado que nos sitúa en la ciudad y nos indica los sitios turísticos
más cercanos, como las catacumbas y el mercado Ballaro. Estamos a 700 u 800
metros del centro histórico. Parece un lugar casi perfecto para iniciar la
visita a la ciudad.
El área dispone de una ducha de agua fría, fregadero
y los demás servicios propios, además de electricidad y wi-fi gratuito.20 euros
el día. Hay media docena de autocaravanas, todas italianas. Nos instalamos y
nos damos una estupenda ducha que aunque fría no resulta nada desagradable y
cenamos preparándonos para el día siguiente. Llevamos ya dos días de viaje y
hoy solo he conseguido escribir sobre uno de ellos. Me conecto por whatsapp con la familia y
amigos, veo mi correo, en fin....trato de ponerme al día. Angel me hace una
curiosa observación acerca de lo que parecen unos depósitos de agua que cuelgan
de las fachadas de las casas, lo que nos confirmarían después. Parece que el
abastecimiento de este líquido elemento no es bueno en la ciudad.
El cansancio nos rinde y nos vamos pronto a la cama.
El día siguiente puede ser duro y queremos empezar pronto para que el calor no
nos funda.
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