9 de julio, miercoles.
La piedra dormida.
Recorrido: Palermo-Segesta-San Vito Do
Capo-Erice-Trapani
Pernocta: Salinas
de Trapani. Area en gasolinera.
Dejamos Palermo alrededor de las 8 horas. Tráfico
denso por lo que es un anillo o periférica. Y nos sumergimos en este caos: dos
carriles, se convierten en cuatro, o los vehículos que quepan. Se cuelan por
todos los agujeros por donde creen caber, sobre todo las motos que se mueven
trazando “eses” buscando los huecos y evitando tanto los turismos que van en su
sentido, como los que vienen en el contrario, ya que invaden el carril cuando
lo ven vacío. Las líneas divisorias son únicamente “orientativas” y los límites
de velocidad….”consejos” que nadie sigue.
Con más de cuatro ojos, dejamos la ciudad atrás y transitamos por la
autovía en la que observamos mucha basura. Montones de bolsas se acumulan junto
a contenedores que parecen que pusieron en su día olvidándose de su existencia..
Todo tipo de objetos, incluidos colchones, se acumulan junto a estos montones
de bolsas. De las ciudades europeas que conocemos, podemos afirmar, sin temor
alguno a equivocarnos que Palermo es la ciudad más sucia que hemos visitado
hasta ahora.
Ponemos rumbo a Segesta. La frecuencia de viaductos y túneles ha
disminuido. Circulamos prácticamente solos y sin mayores dificultades llegamos
al sitio arqueológico. Hay un amplio aparcamiento al sol (37º 56’
29,95”N; 12º 50´ 09.41”E). Son poco más de las 9,00h. Hay dos zonas a visitar,
la del templo y la del teatro griego.
Decidimos acercarnos primero al templo que se
levanta sobre una colina. Y nos impresiona no solo sus dimensiones y
proporciones, sino el tamaño de sus columnas. Es grandioso, y muy muy hermoso:
sus dorados fustes se yerguen elegantes desafiando la gravedad y al tiempo. Una sucede a la otra hasta sumar
36, conformando un rectángulo de los más bellos que hayamos visto.
Su situación, en una gran planicie entre dos cimas
la mantuvo en una posición particularmente protegida. La vegetación que lo
rodea amplifica su belleza. Pese a esta
grandiosidad, el templo está inacabado. Nunca tuvo tejado y su aislamiento evitó
que fuera utilizado como cantera de materiales de construcción.
Bajamos y tomamos el autobús. Cuesta 1,50 euros ida
y vuelta y ahorra una buena caminata de subida bajo un sol de justicia.
El autobús nos deja en un aparcamiento y subimos
hacia el teatro. Con capacidad para 3.000 personas, tiene 63 metros de diámetro
y 7 pasillos que dividen las plazas de los espectadores. Las separaciones están
hechas con travertino. Pero lo más hermoso sin duda, son las vistas que se
contemplan desde él y que se asoman al mar Mediterráneo. Son impresionantes.
Muy hermosas, aunque supongo que en su época de esplendor el edificio del
escenario impediría disfrutar de las vistas que hoy podemos contemplar.
Subimos, bajamos, admiramos sus dimensiones,
disfrutamos de sus vistas y nos dejamos atrapar por unos minutos por su magia.
Hay gente, pero no es mucha, y la temperatura es agradable. Aunque hace calor,
se escapan ráfagas de viento fresco que lo hacen soportable, por lo que podemos
disfrutarlo con cierta comodidad.
Regresamos al aparcamiento y decidimos poner rumbo al Norte de la Isla , a San Vito Lo Capo del
que había leído que era un lugar de hermosas playas. Aunque no lo tenía
previsto, íbamos bien de tiempo.
Y encontramos unas bonitas playas enmarcadas por
desnudas y puntiagudas cimas. El mar, de un azul intenso contrastando con el
azul menos intenso del cielo y las blancas arenas. No hay grandes núcleos de población y los que había, lo
eran de casas bajas; nada de enormes y agobiantes complejos. Un rincón de lo
más apacible.
Dejamos atrás un pequeño aparcamiento cercano a la
playa y seguimos hacia otro, éste enorme, sobre hierbajos, pero no nos gusta
tanto como el primero, así que regresamos a éste, a Castelluzzo.
Tras dejar la autocaravana en un aparcamiento al sol
(N 38.12169; E 12.72449), bajamos por una ancha y desarbolada pista hasta una
pequeña playa. Observamos que hay una marquesina “playera” (un espacio con
bancos y sombrajo) con horarios. Un pequeño tren, de esos turísticos que hay en
muchas ciudades españolas, lleva y trae
gente desde las urbanizaciones cercanas
a la playa, lo que nos parece una idea estupenda.
La playa, pequeña, tiene bandera roja pero esto no
impide que la gente se bañe sin apartarse de la orilla, y nosotros hacemos lo
mismo. Hay gente, pero al contrario que en Cefalú, no demasiada.
Después de un
par de baños regresamos a la
autocaravana a comer, tras quitarnos la sal con una discreta ducha exterior. Después
de comer y descansar quince minutos, nos dirigimos a Trapani, ciudad que decidí
no visitar al haber leído que había dificultades para circular por ella. La
idea era ver Erice,
una de las ciudades más
pintorescas de Sicilia, situada en lo alto de una colina a la que se puede
acceder también subiendo en un funicular
que partía desde Trapani, opción que elegimos por desconocer la dificultad del
acceso por carretera y si el tamaño del aparcamiento era adecuado para la
autocaravana y si habría sitio en él.
En pocos minutos el funicular asciende entre vistas
espectaculares hasta lo alto de una elevada colina donde se sitúa Erice. Hay
una carretera con buen firme que asciende sinuosa y un pequeño aparcamiento a
la entrada de esta ciudad.
Compramos un billete de 5 euros que nos permite
visitar varias iglesias en un itinerario propuesto, pero realmente, a mi
juicio, lo que merece la pena es la catedral y el castillo.
En la
primera, cerca de la puerta de Trapani, destacan unos hermosos techos trabajados muy elaborados que dotan a
esta iglesia de una belleza peculiar. Tiene un campanario aislado que
probablemente serviría como torre vigía o de defensa y desde el que se tienen
unas hermosas vistas. Y el segundo, el
castillo, situado sobre una roca inaccesible, por las impresionantes vistas de
las que se goza que van mucho más allá de Trapani perdiéndose en el mar y entre tres islotes
por un lado y por las salinas de Trapani y una inmensa llanura, por otro
Paseando por sus empedradas calles descubrimos
bonitos y sugerentes rincones. En lo que
parecía la principal, con muchos comercios, compramos una alfombra y me quedé con las ganas de degustar alguno
de los dulces que se vendían en una pastelería que estaba llena de gente. Por
algo sería, pero el tiempo nos apremiaba.
Regresamos sobre las 19,30 poniendo rumbo Sur, hacia Marsal., Tenía las coordenadas de varios sitios de
pernocta y comenzamos nuestra particular
peregrinación. El primero lo hallamos cerca del mar, en primera línea, pero era
solitario, aunque bonito y tranquilo.
Pero no conocíamos la isla lo suficiente como para atrevernos a estar solos.
Decidimos dejarlo y dirigirnos al del museo de la
sal, pero igualmente el sitio era solitario. En nuestro camino disfrutamos de
las salinas y de los curiosos montones de sal cubiertos por tejas. Y emprendemos la búsqueda del tercero que había
extraído de una página italiana. Cuando llegamos a las coordenadas,
sencillamente no existía por lo que decidimos seguir las indicaciones de la
página francesa (campingcar-infos) más
fiable, que señala una junto a una estación
de servicio y ésta sí que la encontramos. Se trata de un recinto cerrado detrás
de la gasolinera que parece tranquila. Tiene unos estupendos baños con dos
duchas y lavabos además del resto de los servicios. Hay tres autocaravanas más
y nos preguntamos por qué han decidido estar aquí en lugar de en los otros lugares que distan pocos kilómetros y son gratuitos. Así que ponemos
en práctica una vez más nuestra filosofia de “donde fueres haz lo que vieres”.
Nos da la bienvenida una cariñosa perra muy parecida
a nuestra querida Mara. Y no podemos resistirnos, sobre todo Angel, a dedicarla
nuestra atención y unas cuantas caricias que el animal agradece tumbándose
panza arriba. Intenta entrar en la autocaravana, pero ante nuestra negativa, y obediente, se echa a los pies del escalón. Es un amor,
como nuestra amiga Mara. Mis recuerdos y emociones se apoderan de mí y de
nuevo, me entristezco. Nunca, nunca la podremos olvidar. Tula…es un cielo, pero
una cabeza loca. Mara era como una madre. En fin, cada una es como es, igual
que sus amigos los humanos.
Nos damos una
estupenda ducha. Hoy decido arreglarme el pelo. Me he cansado de sentirme
descuidada, despelujada...así que intento secármelo pero...salta el automático.¡
Caramba!,¡sí que son roñosos!. Así que me veo obligada a terminar de acicalarme
en los baños. A las 21,30 cenamos. Ya no
tengo tiempo de escribir. Descargo las fotografías y a dormir.
10 de julio, jueves
El paso del tiempo
Recorrido: Trapani-Senilunte-Sciacca
Pernocta: Sciacca. Area para autocaravanas 37.49498N; 13.16682E
De nuevo me despierto a las 5,30 pero el sueño me
atrapa de nuevo. La noche es algo fresca. A las 7,30 me levanto y a las 8,30
estamos ya camino de Senilunte. El navegador tarda esta vez una hora y cuarto y encontrar satélites.
Transitamos por carreteras locales. Su estado no es
malo, aunque se hace lento ya que en general, en lo que llevamos visto de la
isla, la densidad de población parece alta, por lo que una localidad está prácticamente
junto a la siguiente a lo que suman limitaciones de velocidad ridículas de 50 km/h cuando no hay ni
viviendas, ni cruces, ni nada que pueda justificarlas. Las rotondas la mayoría de las veces resultan
confusas con mala señalización o trazado. Hemos llegado a ver una glorieta que no era redonda, si no
un hexágono con afilados vértices.
Pasadas las 10,15horas llegamos a Senilunte. (37º 35’ 03.35”N; 12º 50’ 14,12”E). 6 euros.
A la entrada nos dicen que allí podemos ver una parte y que luego en el coche,
nos tenemos que desplazar a otra, la parte griega. Y nada más entrar
encontramos los coches eléctricos que aquí son trenes que por 6 euros por
persona te van acercando a los distintos lugares y al area griega, bastante apartada. Pero
preferimos andar.
Pensar en su destrucción sobrecoge: un ejército de 10.000 soldados desembarcó y asedió la ciudad hasta que cayó. 16.000 personas fueron asesinadas y 5.000 esclavizadas. Las cifras dan escalofríos.
En esta primera zona encontramos el templo E, del que se conservan sus
impresionantes columnas dóricas, así como el F y el G, éstos derrumbados, pero
espectaculares.
Contemplamos el templo E. tiene 6 columnas frontales y 14 en los laterales. Se derrumbó, como todos, por causa de un terremoto y fue levantado de nuevo en 1960 con un procedimiento denominado “anastilosis” que ha suscitado muchas críticas. Disfrutamos de la elegancia de sus formas y del color dorado que refleja con la luz del sol. Unos peldaños lo elevan sobre el nivel del suelo, magnificando lo que ya de por si es impresionante. Lo rodeamos sin dejar de admirarlo y de sorprendernos por su sencilla belleza, sus columnas doradas que destacan sobre el verde de los olivos y el azul del mar.
Los restos de ambos se encuentran despiezados en el
suelo y ordenados como si hubieran caído las fichas de un dominó.
Aunque el sol es de justicia, se ha levantado
viento, lo que lo hace que la temperatura sea muy llevadera.
Admiramos el trazado rectilíneo de sus calles hasta
la puerta septentrional. El viento sigue aligerando la temperatura, aunque se
agradecen las pocas sombras que hay y en las que han colocado bancos. Fuera de las murallas vemos ahora los restos de lo que
en su día fue un edificio defensivo de la ciudad.
Paseamos por dentro, por fuera, regresamos por la
calle principal...y mis pies se empiezan a resentir ya que el calzado no era quizás el mas adecuado
(alpargatas) y tengo ya marcadas las chinas de los caminos. Intentamos bajar a
la Martotara. Contemplamos la bonita vista de una desértica playa de arena
dorada que contrasta con el azul intenso del mar. Llegamos a una pila bautismal
y aquí el cansancio nos vence y decidimos regresar, ya pesadamente, aunque el
viento sigue sin dejar de soplar y nos hace mas que llevadero un sol sin piedad.
Ponemos ahora rumbo hacia alguna playa donde poder
despanzurrarnos, darnos un baño y descansar. Tengo recogidas varias coordenadas
y vamos a las primeras en Porto Palo, pero una bonita señal de
prohibición de estacionamiento para autocaravanas nos recibe, así que
decidimos no perder el tiempo dirigiéndonos a otras cercanas a este sitio, y
ponemos rumbo directo a un area para autocaravanas en Sciacca, deteniéndonos antes en un
supermercado para comprar unas botellas de vino con la idea de compartirlas con
los amigos, aunque ya aprovechamos y
también caen otras cosillas.
Llegamos al area
(37.49498N; 13.16682E). Aunque el acceso parece algo complicado por su estrechez,
llegamos con facilidad. Es una area
aterrazada, muy sombreada y a 100 m
escasos de la playa que está prácticamente vacía. 21 euros con electricidad.
Tiene baños y ducha, algo rudimentarios y cutrecillos, pero suficiente.
El joven que lo atiende me ofrece aceite de oliva virgen
extra a 6 euros el litro. En primer
lugar es caro, aunque si realmente es bueno, el precio podría ser adecuado.
Pero el que compro yo tiene todas las garantías de ser virgen extra y de los
mejores españoles, que suelen tener más calidad que italianos, y más barato, aunque luego me
confirman los que saben más que yo, que los sicilianos hacen muy buen aceite
de oliva virgen extra. Solo puedo decirle que yo lo compro más barato. Mantenemos
una breve conversación sobre este producto y nos instalamos. Dejo el navegador
encendido un buen rato, para que se “localice bien” y no nos tenga mañana esperando tanto tiempo.
Casi a las 16,00 horas nos ponemos a comer,
descansamos y a las 17,15 bajamos a la playa. Pequeña, recogida, de arena fina
pero....con un viento del demonio que me quita las ganas de tomar un baño,
aunque no a Angel que sí se lo da. Recogemos algunas piedras y regresamos a las
18,30h a terminar de descansar hasta
mañana, escribiendo y planificando el día siguiente que nos llevará a
Agrigento.Anterior
(ir a parte superior izquierda:
"Palermo ciudad de contrastes")
Siguiente