El SILENCIO DE LAS PIEDRAS (Segesta, Erice y Senilunte)

9 de julio, miercoles.
La piedra dormida.

Recorrido: Palermo-Segesta-San Vito Do Capo-Erice-Trapani
Pernocta:  Salinas de Trapani. Area en gasolinera.

Dejamos Palermo alrededor de las 8 horas. Tráfico denso por lo que es un anillo o periférica. Y nos sumergimos en este caos: dos carriles, se convierten en cuatro, o los vehículos que quepan. Se cuelan por todos los agujeros por donde creen caber, sobre todo las motos que se mueven trazando “eses” buscando los huecos y evitando tanto los turismos que van en su sentido, como los que vienen en el contrario, ya que invaden el carril cuando lo ven vacío. Las líneas divisorias son únicamente “orientativas” y los límites de velocidad….”consejos” que nadie sigue.  Con más de cuatro ojos, dejamos la ciudad atrás y transitamos por la autovía en la que observamos mucha basura. Montones de bolsas se acumulan junto a contenedores que parecen que pusieron en su día olvidándose de su existencia.. Todo tipo de objetos, incluidos colchones, se acumulan junto a estos montones de bolsas. De las ciudades europeas que conocemos, podemos afirmar, sin temor alguno a equivocarnos que Palermo es la ciudad más sucia que hemos visitado hasta ahora.  

Ponemos rumbo a Segesta. La frecuencia de viaductos y túneles ha disminuido. Circulamos prácticamente solos y sin mayores dificultades llegamos al sitio arqueológico. Hay un amplio aparcamiento al sol (37º 56’ 29,95”N; 12º 50´ 09.41”E). Son poco más de las 9,00h. Hay dos zonas a visitar, la del templo y la del teatro griego.

Segesta fue una de las ciudades elimas más ricas y florecientes de la época. Rival de Senilunte, fue asediada en el 397 a de C. rompiendo su alianza con Cartago y en el 306, rebelada contra Siracusa, fue destruida. En un siglo después volvió a caer y durante la Primera Guerra Púnica fue la primera ciudad sometida  al poder romano. Pero comenzó a sufrir un lento proceso de decadencia que culminó con su destrucción a manos de los vándalos en la Alta Edad Media.

Decidimos acercarnos primero al templo que se levanta sobre una colina. Y nos impresiona no solo sus dimensiones y proporciones, sino el tamaño de sus columnas. Es grandioso, y muy muy hermoso: sus dorados fustes se yerguen elegantes desafiando la gravedad y  al tiempo. Una sucede a la otra hasta sumar 36, conformando un rectángulo de los más bellos que hayamos visto.


Su situación, en una gran planicie entre dos cimas la mantuvo en una posición particularmente protegida. La vegetación que lo rodea  amplifica su belleza. Pese a esta grandiosidad, el templo está inacabado. Nunca tuvo tejado y su aislamiento evitó que fuera utilizado como cantera de materiales de construcción.

Bajamos y tomamos el autobús. Cuesta 1,50 euros ida y vuelta y ahorra una buena caminata de subida bajo un sol de justicia.
  
 El autobús nos deja en un aparcamiento y subimos hacia el teatro. Con capacidad para 3.000 personas, tiene 63 metros de diámetro y 7 pasillos que dividen las plazas de los espectadores. Las separaciones están hechas con travertino. Pero lo más hermoso sin duda, son las vistas que se contemplan desde él y que se asoman al mar Mediterráneo. Son impresionantes. Muy hermosas, aunque supongo que en su época de esplendor el edificio del escenario impediría disfrutar de las vistas que hoy podemos contemplar. 
Subimos, bajamos, admiramos sus dimensiones, disfrutamos de sus vistas y nos dejamos atrapar por unos minutos por su magia. Hay gente, pero no es mucha, y la temperatura es agradable. Aunque hace calor, se escapan ráfagas de viento fresco que lo hacen soportable, por lo que podemos disfrutarlo con  cierta comodidad.

Regresamos al aparcamiento y decidimos poner  rumbo al Norte de la Isla, a San Vito Lo Capo del que había leído que era un lugar de hermosas playas. Aunque no lo tenía previsto, íbamos bien de tiempo.

Y encontramos unas bonitas playas enmarcadas por desnudas y puntiagudas cimas. El mar, de un azul intenso contrastando con el azul menos intenso del cielo y las blancas arenas. No hay  grandes núcleos de población y los que había, lo eran de casas bajas; nada de enormes y agobiantes complejos. Un rincón de lo más apacible.

Dejamos atrás un pequeño aparcamiento cercano a la playa y seguimos hacia otro, éste enorme, sobre hierbajos, pero no nos gusta tanto como el primero, así que regresamos a éste, a Castelluzzo.

Tras dejar la autocaravana en un aparcamiento al sol (N 38.12169; E 12.72449), bajamos por una ancha y desarbolada pista hasta una pequeña playa. Observamos que hay una marquesina “playera” (un espacio con bancos y sombrajo) con horarios. Un pequeño tren, de esos turísticos que hay en muchas ciudades españolas,  lleva y trae gente  desde las urbanizaciones cercanas a la playa, lo que nos parece una idea estupenda.

La playa, pequeña, tiene bandera roja pero esto no impide que la gente se bañe sin apartarse de la orilla, y nosotros hacemos lo mismo. Hay gente, pero al contrario que en Cefalú,  no demasiada.

Después de un  par de baños regresamos a la autocaravana a comer, tras quitarnos la sal con una discreta ducha exterior. Después de comer y descansar quince minutos, nos dirigimos a Trapani, ciudad que decidí no visitar al haber leído que había dificultades para circular por ella. La idea era ver Erice,  una de las ciudades más pintorescas de Sicilia, situada en lo alto de una colina a la que se puede acceder también  subiendo en un funicular que partía desde Trapani, opción que elegimos por desconocer la dificultad del acceso por carretera y si el tamaño del aparcamiento era adecuado para la autocaravana y si habría sitio en él.

Llegamos sobre las 17,30  al aparcamiento del funicular. 2 horas, 12,5 euros pero a la entrada un fornido siciliano nos dice que él vigila la máquina y pide 1 o 2 euros más, que pagamos con el consiguiente cabreo. Es difícil comprender porqué pagar por que vigilen un aparcamiento que a su vez está de por sí vigilado, pero la verdad es que el siciliano…imponía.

En pocos minutos el funicular asciende entre vistas espectaculares hasta lo alto de una elevada colina donde se sitúa Erice. Hay una carretera con buen firme que asciende sinuosa y un pequeño aparcamiento a la entrada de esta ciudad.
 Franqueamos la puerta de Trapani, una de las tres que conserva la muralla, y nos empieza a sorprender, no solo por el orden del trazado de esta ciudad medieval, de calles estrechas pero rectilíneas, sino su tamaño, más bien grande,  sus hermosas vistas de pájaro y su limpieza.  

Compramos un billete de 5 euros que nos permite visitar varias iglesias en un itinerario propuesto, pero realmente, a mi juicio, lo que merece la pena es la catedral y el castillo. 


En la primera, cerca de la puerta de Trapani, destacan unos hermosos  techos trabajados muy elaborados que dotan a esta iglesia de una belleza peculiar. Tiene un campanario aislado que probablemente serviría como torre vigía o de defensa y desde el que se tienen unas hermosas vistas.  Y el segundo, el castillo, situado sobre una roca inaccesible, por las impresionantes vistas de las que se goza que van mucho más allá de Trapani  perdiéndose en el mar y entre tres islotes por un lado y por las salinas de Trapani y una inmensa llanura, por otro

Paseando por sus empedradas calles descubrimos bonitos  y sugerentes rincones. En lo que parecía la principal, con muchos comercios, compramos una alfombra  y me quedé con las ganas de degustar alguno de los dulces que se vendían en una pastelería que estaba llena de gente. Por algo sería, pero el tiempo nos apremiaba.

Regresamos  sobre las 19,30 poniendo rumbo Sur, hacia  Marsal.,  Tenía las coordenadas de varios sitios de pernocta  y comenzamos nuestra particular peregrinación. El primero lo hallamos cerca del mar, en primera línea, pero era solitario, aunque bonito y  tranquilo. Pero no conocíamos la isla lo suficiente como para atrevernos a estar solos.

Decidimos dejarlo y dirigirnos al del museo de la sal, pero igualmente el sitio era solitario. En nuestro camino disfrutamos de las salinas y de los curiosos montones de sal cubiertos por tejas.  Y emprendemos la búsqueda del tercero que había extraído de una página italiana. Cuando llegamos a las coordenadas, sencillamente no existía por lo que decidimos seguir las indicaciones de la página francesa  (campingcar-infos) más fiable, que señala una  junto a una estación de servicio y ésta sí que la encontramos. Se trata de un recinto cerrado detrás de la gasolinera que parece tranquila. Tiene unos estupendos baños con dos duchas y lavabos además del resto de los servicios. Hay tres autocaravanas más y nos preguntamos por qué han decidido estar aquí  en lugar de en los otros lugares que distan  pocos kilómetros y son gratuitos. Así que ponemos en práctica una vez más nuestra filosofia de “donde fueres haz lo que vieres”.

Nos da la bienvenida una cariñosa perra muy parecida a nuestra querida Mara. Y no podemos resistirnos, sobre todo Angel, a dedicarla nuestra atención y unas cuantas caricias que el animal agradece tumbándose panza arriba. Intenta entrar en la autocaravana, pero ante nuestra negativa,  y obediente,  se echa a los pies del escalón. Es un amor, como nuestra amiga Mara. Mis recuerdos y emociones se apoderan de mí y de nuevo, me entristezco. Nunca, nunca la podremos olvidar. Tula…es un cielo, pero una cabeza loca. Mara era como una madre. En fin, cada una es como es, igual que sus amigos los humanos.

 Nos damos una estupenda ducha. Hoy decido arreglarme el pelo. Me he cansado de sentirme descuidada, despelujada...así que intento secármelo pero...salta el automático.¡ Caramba!,¡sí que son roñosos!. Así que me veo obligada a terminar de acicalarme en los baños. A las 21,30  cenamos. Ya no tengo tiempo de escribir. Descargo las fotografías y a dormir.

10 de julio, jueves
El paso del tiempo

Recorrido:  Trapani-Senilunte-Sciacca
Pernocta:  Sciacca. Area para autocaravanas 37.49498N; 13.16682E

De nuevo me despierto a las 5,30 pero el sueño me atrapa de nuevo. La noche es algo fresca. A las 7,30 me levanto y a las 8,30 estamos ya camino de Senilunte. El navegador tarda esta vez una hora y  cuarto y encontrar satélites.

Transitamos por carreteras locales. Su estado no es malo, aunque se hace lento ya que en general, en lo que llevamos visto de la isla, la densidad de población parece alta, por lo que una localidad está prácticamente junto a la siguiente a lo que suman limitaciones de velocidad ridículas de 50 km/h cuando no hay ni viviendas, ni cruces, ni nada que pueda justificarlas.  Las rotondas la mayoría de las veces resultan confusas con mala señalización o trazado. Hemos llegado  a ver una glorieta que no era redonda, si no un hexágono con afilados vértices.

Pasadas las 10,15horas  llegamos a Senilunte.  (37º 35’ 03.35”N; 12º 50’ 14,12”E). 6 euros. A la entrada nos dicen que allí podemos ver una parte y que luego en el coche, nos tenemos que desplazar a otra, la parte griega. Y nada más entrar encontramos los coches eléctricos que aquí son trenes que por 6 euros por persona te van acercando a los distintos lugares  y al area griega, bastante apartada. Pero preferimos andar.

Pensar en su destrucción sobrecoge: un ejército de 10.000 soldados desembarcó y asedió la ciudad hasta que cayó. 16.000 personas fueron asesinadas y 5.000 esclavizadas. Las cifras dan escalofríos.

En esta primera zona encontramos  el templo E, del que se conservan sus impresionantes columnas dóricas, así como el F y el G, éstos derrumbados, pero espectaculares.



Contemplamos el templo E. tiene 6 columnas frontales y 14 en los laterales. Se derrumbó, como todos, por causa de un terremoto y fue levantado de nuevo en 1960 con un procedimiento denominado “anastilosis” que ha suscitado muchas críticas. Disfrutamos de la elegancia de sus formas y del color dorado que refleja con la luz del sol. Unos peldaños lo elevan sobre el nivel del suelo, magnificando  lo que ya de por si es impresionante. Lo rodeamos sin dejar de admirarlo y de sorprendernos por su sencilla belleza, sus columnas doradas que destacan sobre el verde de los olivos y el azul del mar.
El templo F es el más pequeño, y el G estaba destinado a ser uno de los edificios religiosos más importantes de la arquitectura clásica, similar al de Zeus Olímpico de Agrigento y no estaba completado cuando la ciudad cayó.

Los restos de ambos se encuentran despiezados en el suelo y ordenados como si hubieran caído las fichas de un dominó.

Aunque el sol es de justicia, se ha levantado viento, lo que lo hace que la temperatura sea muy llevadera.

Dejamos estos templos para dirigirnos a la parte griega. Tomamos la autocaravana y en 500 m llegamos a otro aparcamiento.  Una impresionante muralla es lo primero que capta nuestra atención.  Entramos en la ciudad. Aquí, excepto la fachada de un templo   que se encuentra actualmente lleno de andamios para su restauración, -y que creo que se trata del templo C ya que leo que en torno a 1939 se realzó  parte por el  mismo método que el E, la anastilosis-  todo los restos están en el suelo, y podemos, igualmente contemplar grupos enteros.
Admiramos el trazado rectilíneo de sus calles hasta la puerta septentrional. El viento sigue aligerando la temperatura, aunque se agradecen las pocas sombras que hay y en las que han colocado bancos. Fuera de  las murallas vemos ahora los restos de lo que en su día fue un edificio defensivo de la ciudad.

Paseamos por dentro, por fuera, regresamos por la calle principal...y mis pies se empiezan a resentir ya  que el calzado no era quizás el mas adecuado (alpargatas) y tengo ya marcadas las chinas de los caminos. Intentamos bajar a la Martotara. Contemplamos la bonita vista de una desértica playa de arena dorada que contrasta con el azul intenso del mar. Llegamos a una pila bautismal y aquí el cansancio nos vence y decidimos regresar, ya pesadamente, aunque el viento sigue sin dejar de soplar y nos hace mas que  llevadero un sol sin piedad.

Ponemos ahora rumbo hacia alguna playa donde poder despanzurrarnos, darnos un baño y descansar. Tengo recogidas varias coordenadas y vamos a las primeras en Porto Palo, pero una bonita  señal de  prohibición de estacionamiento para autocaravanas nos recibe, así que decidimos no perder el tiempo dirigiéndonos a otras cercanas a este sitio, y ponemos rumbo directo a un area para autocaravanas en Sciacca, deteniéndonos antes en un supermercado para comprar unas botellas de vino con la idea de compartirlas con los amigos,  aunque ya aprovechamos y también caen otras cosillas.

Llegamos al area  (37.49498N; 13.16682E). Aunque el acceso parece algo complicado por su estrechez, llegamos con  facilidad. Es una area aterrazada,  muy sombreada y a 100 m escasos de la playa que está prácticamente vacía. 21 euros con electricidad. Tiene baños y ducha, algo rudimentarios y cutrecillos, pero suficiente.

El joven que lo atiende me ofrece aceite de oliva virgen  extra a 6 euros el litro. En primer lugar es caro, aunque si realmente es bueno, el precio podría ser adecuado. Pero el que compro yo tiene todas las garantías de ser virgen extra y de los mejores españoles, que suelen tener más calidad que   italianos, y más barato, aunque luego me confirman los que saben más que yo, que los sicilianos hacen muy buen aceite de oliva virgen extra. Solo puedo decirle que yo lo compro más barato. Mantenemos una breve conversación sobre este producto y nos instalamos. Dejo el navegador encendido un buen rato, para que se “localice bien” y no nos  tenga mañana esperando tanto tiempo.

Casi a las 16,00 horas nos ponemos a comer, descansamos y a las 17,15 bajamos a la playa. Pequeña, recogida, de arena fina pero....con un viento del demonio que me quita las ganas de tomar un baño, aunque no a Angel que sí se lo da. Recogemos algunas piedras y regresamos a las 18,30h  a terminar de descansar hasta mañana, escribiendo y planificando el día siguiente que nos llevará a Agrigento.


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