21 de julio,
lunes
Limones de
Amalfi.Costa amalfitana
Recorrido: Pompeya-Sorrento-Costa
Amalfitana (Positano y Amalfi)
Pernocta: Camping Zeus. Pompeya
Amanece nublado, más que nublado. Gris. Nos preparamos
para tomar el tren de las ocho menos diez a Sorrento donde una vez en el puerto
preguntaríamos por las excursiones por
la Costa amalfitana. Llegamos un poco justos y el señor de la taquilla departe tranquilamente
con sus colegas sin inmutarse por la clientela, así que descaradamente me asomo
a la puerta y digo “A Sorrento”. 4,40 € los dos. El tren llega puntual y media hora
después nos deja en la estación.
Ha comenzado a llover. Mala cosa. Preguntamos por el
puerto. Tenemos que ir hacia abajo. Angel dice que recuerda esto. Qué memoria
más buena. Yo nada. Al final bajando por una fea rampa que en realidad es una
carretera con una raya pintada para acera, damos con el puerto.
Como las piezas de un puzzle ha ido encajando todo y
mientras lo hacíamos, no ha dejado de llover. Compramos un paraguas y nos
acordamos de los que hemos dejado en la
autocaravana, junto con chubasqueros y ponchos para el agua.
A las 10,15 nos acercamos al muelle y comprobamos
que hay más turistas como nosotros que han decidido hacer lo mismo.
Embarcamos y vemos que arriba en la parte posterior hay asientos al aire libre.
Mojados claro. Los secamos con la toalla que llevábamos por si nos bañábamos en
una deliciosa cala y nos sentamos. A la hora en punto el barco parte y vamos
dejando toda la costa a nuestra izquierda. Vemos también la carretera que discurre
por ella a media ladera, colgada. El viento es fuerte, frío y húmedo así que
ahora la toalla se convierte en manta con la que nos tapamos como dos viejitos. Vemos casitas
colgadas de la falda, pueblecitos, algunos a nivel de mal y otros perdidos por
las alturas hasta que llegamos a Positano.
Amalfi, al igual que Positano, esta recogido y arropado en las laderas
de las montañas y asentado sobre el mar. Aquí las casas parecen escalar pendientes
menos pronunciadas que en Positano y sus colores son menos llamativos. También
parecen un poco más deterioradas o descuidadas.
Desembarcamos y nos perdemos por sus calles que inmediatamente
nos engullen con sus gentes paseando de un lugar a otro. Me llaman la atención unos limones
gigantescos con una piel muy gruesa. Me dicen que únicamente se producen en
esta zona y que con ellos se hace el famoso limoncchelo.
Casi sin darnos cuenta, pasamos de una plazoleta con encanto a otra de mayor tamaño coronada por una bonita iglesia al final de un empinado tramo de escaleras.
Casi sin darnos cuenta, pasamos de una plazoleta con encanto a otra de mayor tamaño coronada por una bonita iglesia al final de un empinado tramo de escaleras.
Lo primero que encontramos es un curioso claustro,
luminoso, recogido, el claustro del paraíso, y en cuyo centro hay un pequeño jardín
mediterráneo. Sus arcos están
entrelazados y sostenidos por más de un centenar de finas columnas dobles, de
un fuerte sabor oriental. Al parecer era
el antiguo cementerio de los nobles de
Amalfi.
Pasamos a la basílica del crucifijo que es un
museo que guarda algunos tesoros y
bajamos a lo que realmente nos sorprendió, la Cripta , corazón de la ciudad en la que se conservan “la cabeza y huesos de San
Andrés”, el primer discípulo de Jesús. Sobre su sepulcro hay una ampolla de
cristal, donde, en la vigilia de la fiesta de San Andrés y también en otras
ocasiones, se recoge desde hace 750 años
el Maná, un líquido oleoso y denso.
Esta Cripta es del siglo XVII y se realizó
principalmente por los donativos del rey de España, Felipe III. La bóveda es
espectacular, pintada con escenas de la pasión de Jesús engastadas entre
elegantes y ricas decoraciones y estucos. Resulta algo recargada, pero elegante
y de alguna manera transmite una sensación de misterio y grandiosidad a este
pequeño y recogido lugar.
Para finalizar visitamos la catedral, barroca del XVIII.
En uno de sus altares se guardan las reliquias de varios santos que vinieron
acompañando los restos de San Andrés.
Descendemos las escaleras y por estrechas callejuelas nos introducimos en
la ciudad que nos va descubriendo callejones imposibles, pequeños y mágicos
rincones y túneles, muchos túneles que parecen unir las casas que escalan las
pronunciadas pendientes para colgarse hacia el mar. Parece que se sustentan
entre sí y sobre los túneles también hay más viviendas.
Y al igual que me ocurrió con Estromboli, me parece
un sitio con mucho “sabor”, mucho encanto, el encanto de lo auténtico, de lo
vivo, de lo que tiene poco de artificial, de lo popular...Nos dejamos atrapar y
nos perdemos por estos callejones hasta que decidimos no seguir porque es un
auténtico laberinto de callejuelas que algunas no llegan a medir ni los 2 m de ancho.
Regresamos a la zona más populosa, a las calles mas anchas a buscar un restaurante donde poder tomar algo antes de las 15horas . Son tan solo las 13,30, pero no podemos demorarnos mucho. Hay muchos y nos decidimos al final por uno situado en una de sus numerosas plazas. Tomamos una ensalada, una pizza y una brocceta que es pan tostado y encima tomate, queso y rúcula. Y después…sucumbo otra vez a la tentación con otro helado, aunque éste ya no me ha sabido tan bueno como los sicilianos.
En el muelle, ya hacen cola. El aliscafo llega
puntual y ahora nos dirigimos a Positano. La parte superior del barco, donde
nos hemos situado, está ahora llena de…chinos! . Todos muy jóvenes en su
mayoría. También un grupo con guia de no
sé donde (quizás de algún país del Este) que no para de hablar un segundo a través de un micrófono conectado
con los audífonos que lleva cada miembro del grupo. La guia está a mi lado y
casi consigue levantarme dolor de cabeza.
Sus casas, con ese aspecto tan cuidado, tan pulcro,
al igual que sus calles, llenas de tiendas
selectas, de pintores, de ropas de algodón y lino blanco con cierto aire
ibicenco y cerámica “fina”, la han hecho
perder su identidad, su sabor, sabor que sí conserva Amalfi. Se respira cierto
aire de “sofisticación” que para mi, la hace algo artificial....
Una hora después estamos embarcando de regreso. Subimos
a la parte superior, pero está completa, así que nos resignamos poniéndonos a cubierto,
de lo que me alegro a mitad del viaje, cuando se desencadena una tormenta de agua y granizo.
La superficie del mar parece hervir con unos granos del tamaño de canicas que
hacen huir a la gente de la cubierta que
como pollos sudados buscan refugio junto
a nosotros.
La niebla se cierra a nuestro alrededor y no se ve mas allá
de 100 metros .
Cerca del puerto el barco se detiene permaneciendo así un rato. Yo creo que
sencillamente no quería iniciar la maniobra de atraque porque no veía, pero Angel dice que debía saber la posición de
cada uno de los barcos del puerto, por
lo que no lo entendía. Sea lo que fuere, cuando se fue la niebla, atracamos y
desembarcamos.
Encontramos a la ciudad limpiándose de los granizos
como canicas que habían destrozado
árboles, plantas y que se había adueñado de las terrazas de verano cuyos
propietarios sacudían con palos sus toldos para hacer caer el agua a chorros o
las bolas del granizo. Algunos comercios empujaban el agua al exterior con los cepillos y una de las
calles tenía en el centro restos de hojas de pino cuando no se veían estos
árboles en las cercanías, por lo que deduje que posiblemente la calle se habría convertido en un pequeño
río arrastrando todo lo que encontró a su paso. En fin, parecía que ahora todo
había vuelto a la normalidad, pero que la tormenta había sido gorda.
Ahora a las 21 horas, cayendo ya la noche, el cielo no presentaba ni una sola nube. Mañana nos esperaba Nápoles. Y entonces pensé: “¿y si me hubiera arriesgado a visitar hoy Nápoles aunque me hubiera supuesto una hora Sorrento-Nápoles dejando la Costa Amalfitana para mañana?”. Y recordé que así lo pensamos pero lo rechazamos porque nos dijeron que el pronóstico para mañana era igual al de hoy. Cuando confieso mis reflexiones a Angel me dice que lo único que hemos dejado de hacer en la excursión de hoy es darnos un baño, tiempo que nos hubieran restado de otra cosa. Muy cierto, pero no dejo de pensarlo. Veremos que día surge mañana.
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